Guillermo Fernández, intendente de Bernardo de Irigoyen, expresó su preocupación ante los violentos sucesos registrados en la ciudad. La Policía sigue buscando pistas.
Más de 72 horas ya pasaron desde el asesinato con tintes mafiosos de Rafael Antúnez de Olivera (45), pero en Bernardo de Irigoyen el temblor no cesa y mientras diversas dependencias policiales continúan recolectando pistas para esclarecer el hecho, el propio intendente de la ciudad, Guillermo Fernández, expresó su preocupación por la sucesión de crímenes de este tipo.
“La Policía está trabajando mucho y en conjunto, con todo su servicio de investigación e inteligencia. Vamos a trabajar en este tema para que no ocurran más estos casos que traen pánico y asustan a la sociedad”, expresó ayer Fernández ante la consulta de El Territorio.
El jefe comunal admitió que “es un hecho que asusta a la comunidad porque no estamos acostumbrados a un caso de este tipo, que pase en el centro del municipio. Por más que seamos una frontera seca, nos conocemos todos, es un pueblo y no estamos acostumbrados a esto, pero vamos a seguir trabajando en el tema de seguridad, que es algo que preocupa siempre”.
Fernández también consideró el crecimiento de la ciudad y señaló que “como sabemos Irigoyen es un lugar de paso, pero ya dejó de ser un pueblo, es una ciudad y hay mucha gente de afuera. Todo va creciendo, hay mucho movimiento y más aún en estos tiempos donde comenzaron a flexibilizarse las cosas”.
En esa línea, en Bernardo de Irigoyen los investigadores de la Policía de Misiones continúan trabajando en la búsqueda de pistas que permitan avanzar en el caso. En las últimas horas además se sumaron los profesionales tanto de la Dirección Homicidios como de la Dirección Cibercrimen, quienes en conjunto recaban información.
Ya al día siguiente del hecho el propio jefe de la Unidad Regional XII, el comisario mayor Leonardo Viera, aseguró que una de las claves era el análisis de las cámaras de seguridad. Estos materiales fueron clave para determinar, por ejemplo, que en la motocicleta que se detuvo a la par de Antúnez de Olivera había un solo tirador.
“Prácticamente desde el momento del hecho se estuvo analizando cámaras y tenemos información que nos permite descartar otras hipótesis que habían anoche (por el jueves pasado), como por ejemplo la cantidad de personas en la moto. En principio se hablaba de dos ocupantes, pero con estas imágenes se observa que se trata de un solo ocupante”, precisó el viernes Viera en diálogo con la radio provincial LT46, de Irigoyen.
Ahora, señalaron las fuentes consultadas, el personal abocado a la investigación continúa recabando información de cámaras, tanto municipales como privadas, de diversos puntos de la ciudad para poder obtener mayores características de la motocicleta y su ocupante, como así también determinar sus recorridos previos y posteriores al hecho.
El caso
Hasta el momento, lo único que se sabe es que el jueves por la noche, cerca de las 20.10, Antúnez de Olivera frenó la Chevrolet Montana que conducía en el semáforo ubicado en la intersección de las avenidas Guacurarí e Independencia, en una zona céntrica y frente a una plaza de juegos.
Allí, un motociclista se le puso a la par por el lado izquierdo y abrió fuego en al menos tres oportunidades. El examen de autopsia practicado luego confirmó que la víctima sufrió tres disparos, todos los localizados en la cabeza, dos en la zona parietal izquierda y uno debajo de la oreja del mismo lado.
Dos de las municiones causantes de dichas heridas quedaron alojadas en el cráneo de Antúnez de Olivera y pudieron ser extraídos por los profesionales forenses que realizaron la necropsia. Desde allí los proyectiles fueron enviados al personal de la Dirección Criminalística, quienes quedar a cargo de las pericias para determinar a qué calibre corresponden y a qué tipo de armas son compatibles.
En compañía de Antúnez de Olivera iba un adolescente de 14 años, allegado a su familia, quien salió ileso casi de milagro.
El hecho ocurrió en una zona céntrica, en un horario transitado y a frente a una plaza de juegos. Es decir, el saldo pudo haber sido mucho peor.
El reciente crimen volvió a sacudir a la ciudad, que parecía comenzar a dejar atrás el asesinato del abogado Juan María López (50), cometido a mediados de mayo y en idénticas circunstancias.
Por las características de ambos sucesos, se infiere que fueron ajustes de cuentas y/o crímenes por encargo con sicarios brasileños que luego se esfuman aprovechando la permeabilidad de la extensa frontera seca y los dos hechos además comparten otro punto en común que fortalece la hipótesis: tanto López como Antúnez de Olivera aparecen vinculados al contrabando de vinos, un millonario negocio que tuvo su boom durante la pandemia y que cada vez preocupa más a las autoridades de la zona.